Al releer lo que fui atesorando en este espacio me entusiasmo. Hay un recorrido y también hay caminos que se pierden en la distancia. El comienzo parece ubicarse en esos viajes mientras estudiaba Bibliotecología en La Plata. Descubrir un hacer que dialoga con todas las artes, con todas las ciencias, con todas las culturas, tan a la mano, orgánico, tan de siempre en mi desarrollo.
Paula y su mirada sobre la agricultura familiar, enseñando y aprendiendo a cuidar las semillas, el árbol centenario, los brotes, el agua, los saberes. La Plata, una ciudad enorme y nosotras mirando sus jacarandás en flor derramándose en violeta a nuestros pies. Colectivos, trenes, lluvia, nuevos lenguajes, la bibliotecología y la horticultura entrelazadas en todo momento. Apuntes de Historia de las bibliotecas, de Descripción documental o de Fuentes y servicios de información compartiendo una misma valija con semillas y esquejes. Clasificar semillas o mapas, sistematizar la información y darles un lugar de guarda. Custodiar.
Pasaron los años, los lugares, las gentes y ahora escribo frente a mi biblioteca que no deja de contar sobre ese comienzo, esos amores. Es así como sigo indagando y no me alcanza la vida para tanto que tengo que hacer entre leer y sembrar.
En el 2021 participé del taller "La oración de la flor" de La Creciente coordinado por las poetas, docentes y editoras Marisa Negri y Alejandra Correa. Leímos a Emily Dickinson, a Mary Oliver, a Beatriz Vallejos y a Diana Bellesi. Además de haber sido una instancia altamente formativa, me ayudó a mirar más allá de estos últimos años. Hay un origen que está más perdido en el tiempo y al que se accede lentamente como cuando se entra a una casa oscura con una pequeña linterna. Gracias a ese taller pude intentar un registro de algunas de esas intermitencias.